Un chicle tarda 5 años en degradarse
de forma natural. Durante este tiempo, por la acción del oxígeno, se
convierte en un material duro que luego empieza a resquebrajarse hasta
desaparecer.
Cada
chicle botado en el suelo contiene hasta 70 mil bacterias y hongos.
Están ahí, convertidos en una mancha negra que se confunde con mugre.
Son
pisados por millones de pies todos los días, millones de zapatos
distintos, los más frescos, los recién tirados, son un depósito de
gérmenes que contaminan el medio ambiente generando focos de infección.
Los chicles
superan el límite permisible de microrganismos indicadores de
contaminantes que generalmente se cuantifican para determinar la calidad
sanitaria de alimentos como los mesofílicos aerobios, mohos y
levaduras. Además se encontraron coliformes fecales donde se evidencia
contaminación para la salud de las personas. Aún con ello, en ninguna
muestra se encontró una cantidad significativa que pudiera considerarse
muy grave, por lo menos en el caso de coliformes fecales.
Un
chicle alberga entre 50 mil y 70 mil bacterias si está fresco. Una vez
que se seca con el sol el problema se convierte más en un asunto de
contaminación urbana. En el Centro Histórico se cuentan por millones los
chicles. Ocupan la tercera parte de las calles del primer cuadro, pues
de cada metro cuadrado un 30% está contaminado con goma de mascar.
Cuando ya no quieras tu chicle envuelvelo en un trozo de papel y ¡deposítalo en el bote de basura!
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